Análisis crítico y clarificador del enfoque histórico y no gnoseológico sobre la ciencia física y nuclear soviética de la época de Stalin

Fecha: 30 diciembre, 2023 por: dariomartinez

Teniendo en cuenta la diferencia entre los distintos enfoques no gnoseológicos de las ciencias, escoger alguno de ellos, o a algún autorrepresentante de alguno de los enfoques, y realizar una crítica del mismo. La crítica puede hacerse desde otros enfoques o con argumentos propios.

Oficialmente la Segunda Guerra Mundial finaliza en el Pacífico con la capitulación de Japón el 02 de septiembre de 1945. El segundo lanzamiento de una bomba atómica, en este caso sobre la ciudad de Nagasaki, fue decisivo. El poder hegemónico y único de un Imperio como el estadounidense iba de la mano de la fuerza tecnológica nuclear y de la ciencia construidas en laboratorios secretos como el de Los Álamos. La verdad de una ciencia como la de la física nuclear y la utilidad de ingenios tecnológicos como el de la bomba atómica mostraban su eficacia, y a la par su rostro casi ilimitado de capacidad destructiva masiva. Se iniciaba la posibilidad real de la desaparición de la vida sobre nuestro planeta en caso de guerra nuclear total. El domino científico, y tecnológico, reforzaba el domino económico, cultural y militar de Estados Unidos. El esfuerzo bélico de la Unión Soviética no garantizaba tras el éxito en la toma de Berlín y la capitulación de la Alemania nazi el poder ser una potencia rival que sirviera de contrapeso y disputara la hegemonía a los Estados Unidos. La Unión Soviética reivindicaba su peso en la política internacional.  Su poder pasaba, y Stalin lo sabía desde su toma del poder, por la construcción en un tiempo record de una bomba atómica y la por la construcción de un nuevo país que abandonará su condición de estado feudal y agrícola, sólo un estado económicamente moderno y militarmente puntero podría hacerle frente a un enemigo tan poderoso y despiadado como el alemán. Nace el primer plan quinquenal. Stalin no admitirá demoras, ni resistencias, ni rechazo alguno a sus proyectos y es que en 1928: “El país lleva un retraso de más de medio siglo respecto a las naciones industrializadas y el riesgo de una nueva intervención extranjera para derribar el poder soviético sigue latente; hay que superar, por tanto, a los países capitalistas avanzados en el aspecto técnico-económico. «O lo hacemos en diez años –dice- o seremos aplastados» No está dispuesto, en consecuencia, a aceptar el socialismo «a paso de tortuga» de Bujarin, ya que ello sería renunciar a sus dos objetivos primordiales: en la industria, «el desarrollo a marchas forzadas» para proporcionar máquinas al campo y producir armas, tanques, aviones; en la agricultura, acelerar la colectivización forzosa para modernizar la producción” (1).

Zhores A. Medvedev (bioquímico e historiador) se adentra en la intrahistoria de la construcción relámpago de un artefacto de destrucción tan complejo y eficaz. Es un enfoque histórico no gnoseológico, que permite entender el difícil proceso de diseño, construcción y prueba de la bomba atómica soviética. El éxito venía coordinado por una máxima: el secreto, en nuestros términos del materialismo filosófico, la anulación de la puesta en marcha de cualquier figura suprasubjetiva dialógica, entiéndase debate o polémica, intercambio de información con otras comunidades científicas ajenas, o de cualquier figura normada, y esto por ser de obligado cumplimiento, en otras palabras: impuestas por los comisarios del NKVD. Aquí el eje pragmático del espacio gnoseológico presenta unas peculiaridades que lo hacen único. Más allá del contorno perfectamente delimitado del laboratorio de experimentación y pruebas el incumplimiento del código deontológico es alta traición. En términos de Kuhn el paradigma de la comunidad científica resultaba tener un apelativo diferenciador ineludible: soviético, el universalismo científico de Merton es barrido por utópico, ideal, o si queremos simplemente irreal. El control era una garantía de éxito, los servicios secretos soviéticos debían cumplir con su trabajo, el espionaje extranjero debía ser atajado de raíz, cualquier filtración supondría un fracaso. Los científicos, los sujetos gnoseológicos debían operar contra su voluntad, su trabajo era esclavo, sus jornadas intensas, de su labor dependía su misma existencia. Para ello. “A medida que iban aumentando sus instalaciones, Arzamas-16 se convertía en una ciudad nuclear cerrada. Se diseñaron cómodas casas de campo para los nuevos residentes del complejo. Se esperaba que los jóvenes científicos permaneciesen allí durante muchos años: en el complejo atómico no existía la posibilidad de decidir libremente marcharse o renunciar”.

Ahora bien, dicho esto, es evidente que el enfoque no gnoseológico de la historia de la ciencia es cuando menos problemático. Los sujetos temáticos son los científicos. Sus operaciones con objetos inertes, sin voluntad, ajenos a arbitrariedad alguna, sin operaciones personales, permiten la posibilidad de poder construir los teoremas o los principios coordinadores de su respetivo campo categorial. La verdad en el resultado de dicha ciencia, física nuclear, está en su utilidad tecnológica como arma de destrucción masiva con propósito, tanto político como militar, disuasorio. Es decir, los sujetos temáticos ya no interactúan u operan con nosotros. Su hacer fue, ya no hay posibilidad de cambio, lo que no quiere decir que no se pueda interpretar, esto es que nuevos documentos, relatos o reliquias alteren lo ya sabido o simplemente lo amplíen. El enfoque no gnoseológico, histórico, muestra, si bien no la analiza, que la verdad filtrada por espías soviéticos participantes del proyecto Manhattan (Kim Philby, Donald Maclenan, Klaus Fuchs) permitieron reproducir con la fidelidad que dicha categoría exige los procesos esenciales para su constitución en un campo debidamente justificado. Descubrimiento sometido a prueba pública y real con el lanzamiento de las dos bombas atómicas por parte de las fuerzas aéreas estadounidenses. Esta nueva realidad científica y tecnológica conocida de modo fraudulento es la que determinará qué aspectos en la elaboración de la bomba soviética serán internos o externos en su configuración. Obviamente es claro que por la intención del autor los aspectos gnoseológicos del proyecto son aceptados sin analizar a fondo, el interés está en los aspectos externos, es decir en el funcionamiento de una comunidad científica cerrada que trabajó a contra reloj y contra su voluntad. Nos dice el profesor Bueno: “Será externo, por tanto, en la Historia de la ciencia, todo aquello que forme parte de otras categorías. Más que de la propia categoría considerada […] En general. Consideramos externo todo contenido de la historia (o de la psicología, o de la sociología) de las ciencias que no pueda ser incorporado al cierre categorial de las ciencias de referencia.” (3)

La historia de la física nuclear soviética alcanza espacios fijos en forma de cierres regionales. Los archivos dirán como pueden alterarse. El hacer de los protagonistas del momento, de los científicos, ingenieros y operarios (muchos de ellos presos) que lograron en tan poco tiempo tal proeza, pertenece al pasado, es pero ya no puede interferir en nuestro presente, no interactúa con los sujetos que hacen la Historia. Lo que queremos subrayar es que los resultados de sus operaciones con contenidos corpóreos inertes, no operatorios, permiten alcanzar cierres categoriales en forma de identidades sintéticas, identidades tales como teoremas, leyes necesarias de conexión entre fenómenos, relaciones universales, objetivas, donde el sujeto en los resultados son neutralizados, eliminados, evacuados de las verdades descubiertas en tanto que demostradas, justificadas. Todo esto por ser sus resultados contenidos pertenecientes a lo que Gustavo Bueno dio en llamar: orden del ser, estamos en el plano ontológico, de la terca realidad, y sus estructuras no son determinadas por voluntad humana alguna, son las que son, van más allá de nuestros propósitos. Son cierres en forma de teoremas o de principios coordinadores de partes y subpartes de un sistema como el de la física en su proceso de transformación y control en su proceso en cadena de liberación de energía a partir de la división de los neutrones en otros más livianos y que se conoce como fisión nuclear.

Luego el enfoque más arriba descrito permite acceder a lo propio del ser humano, a su hacer análogo al nuestro. Permite que lo podamos entender, lo que no quiere decir que esté libre de interpretación, que esté cerca de la filosofía de la historia por que otras ideas recorren el campo de dicha historia, ideas de calado político, económico, ético, psicológico o sociológico. Son por tanto cierres complejos, si se quiere problemáticos aunque no cierres flotantes, ya que los sujetos temáticos están muertos, no intervienen con sus planes, su némesis o su prolepsis en el presente. La historia así entendida es una construcción de ingeniería inversa, forense. Admitamos su cientificidad como Historia de la ciencia, en este caso de la ciencia física y nuclear soviética. El problema está en el límite de lo que gnoseológicamente es admisible. La historia no es interna a la estructura esencial de cada región de la ciencia. “Porque las ciencias son instituciones, y tienen historia en tanto tales, por supuesto, pero sus cierres categoriales no son históricos o antihistóricos, son ahistóricos. Porque arrojan estructuras terciogenéricas (M3), los teoremas, que segregan los mismos componentes culturales, sociales o históricos de los que parten y en los que están dadas las ciencias, aunque las ciencias mismas no sean ahistóricas” (FUNIBER, 56) (4). La historia de Zhores A. Medveded o de otros, como Anselmo Santos, está en el eje pragmático de la región o campo de la ciencia analizada. Aquí la propuesta de Kuhn sería fecunda, pero no estaría en condiciones de clarificar, no será una buena crítica, y poder diferenciar los contenidos determinantes de cada ciencia de aquellos otros componentes míticos o nematológicos.

Por tanto muestra su fecundidad, arroja luz en la construcción concreta de la ciencia, la historia es ineludible. Muestra a su vez ser un enfoque de gran riqueza, crítico y clarificador. Y finalmente, permite negar utilidad a enfoques gnoseológicos como el teoreticista que vuelca el peso de sus diagnósticos sobre la ciencia en el sistema de predicados derivados de principios bien organizados, sistema exento, lógico o si se quiere formal.

Notas

(1) Santos, Anselmo (2012). Stalin el grande, pág.83. Edhasa. Barcelona.

(2) Bueno Martínez, Gustavo (1995). ¿Qué es la ciencia?, pág. 96. Pentalfa. Oviedo.

(3) FUNIBER. Gnoseología (Teoría de la ciencia), pág. 56. TOMO I.

(4) Medevedev, Zhores, Roy A. (2004). El Stalin desconocido. Editorial Crítica. Madrid.

Otra bibliografía y webgrafía

Consultado en internet 20:18, 26 de diciembre de 2023https://www.fgbueno.es/act/efo156.htm. David Alvargonzález. La clasificación de las ciencias. Conferencia presentada en la Fundación Gustavo Bueno el 15 de enero de 2018.

Kuhn, T.S. (1998). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica. Barcelona.

 

 

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