Ética moral y política. Dos respuestas, un comentario

Fecha: 13 abril, 2024 por: dariomartinez

1. ¿En qué medida es posible una reflexión de segundo grado de la moral?

2. ¿Puede ser útil una reflexión de segundo grado sobre la moralidad para nuestro día a día?

Analizaremos cada una de las cuestiones disociándolas pero no separándolas. Se plantean problemas que han de ser resueltos obligatoriamente desde una toma de partido, frente a otras opciones, en una relación de tensión dialéctica entreverada que dará sentido a la opción elegida. Entenderemos moralidad en un sentido lato, en primer lugar incluyendo de este modo la ética, es decir al individuo, al sujeto operatorio proléptico y tratado en un sentido distributivo, en cada uno de nosotros está el todo, a no ser que hablemos de individuos que por enfermedad, edad, o actos ajenos a las normas mínimas exigidas de convivencia y por tanto victoriosas, sociales e históricas, dadas in media res, estén fuera de toda conducta ética y de toda reflexión ética, o sea excluyendo a los «imbéciles morales» (1), en segundo lugar incluyendo la moral, ahora el individuo o sujeto operatorio corpóreo será entendido atributivamente, como parte material (no formal) de un grupo o clase con sus normas con capacidad de obligar (heterónomas) a favor del mantenimiento o preservación del grupo, y por último la política con su derecho positivo, con capacidad de obligar y cuyo ejercicio habrá de dirigirse al mantenimiento, fortaleza y estabilidad del Estado, poder que será ejercido desde la capa conjuntiva y de arriba a abajo. Luego la filosofía moral será un saber por de pronto problemático por la abundancia y la pluralidad de asuntos, algunos de ellos inconmensurables, se evita así caer en la tentación monista de un sujeto universal y trascendental de corte espiritual, sin cuerpo, puramente formal como el de Kant.

No será una reflexión sobre la conducta humana entendida de modo prescriptivo, no será una ética o ciencia que analice las conductas morales, no será una ciencia ética entendida como artista de la moral y de la conducta mundana (2). No será entendida como un saber de especialistas, gnósticos, académicos ajenos por neutralidad axiológica al embrollo moral objeto de análisis capaces desde su pedestal de clarividencia de desvelar la verdad esencial y no entendida por parte de los agentes prácticos en su relación con los demás, moral ésta antrópica.  Y si es entendida  en su relación con la Biosfera (3), con lo anantrópico, con su praxis ecologista más o menos verdadera, buena o mala, estará el sujeto ético agente obligado a entender lo inerte, lo impersonal, o con voluntad y sin lenguaje articulado, en su diversidad  como sujetos éticos pacientes, a los que otorgaremos derechos, pero no por sí mismos frente a la ética sin fronteras ecologista actual,  sino por ser su protección dirigida a la recurrencia de la vida humana, a su mantenimiento y a su fortalecimiento.  Se admitirá por tanto como principio ético en este caso la maleficencia con ciertos animales y vegetales dirigida a la alimentación a la cura de enfermedades (4).

La filosofía moral como saber de segundo grado será necesaria porque su hacer es un deshacer crítico, sistemático, gobernado por la prudencia. Su fin, en tanto que saber práctico, coordinará la reflexión, y la dirigirá contra los prejuicios, contra las conductas que atenten contra la vida individual corpórea, operativa y racional institucional, de forma gratuita, caprichosa, o que pongan en riesgo la vida de un grupo, de la existencia y estabilidad de la sociedad política, del Estado, contorno organizado en el dintorno de la ciudad (núcleo y esencia de la política). Se sistematizará frente a los dogmas, los principios sólo conocidos por iluminados, y será un razonamiento catártico porque contará con los materiales comunes a todo hombre para emitir los juicios más prudentes posibles y capaces de triturar el error. No será un saber filosófico, contará con la filosofía, no será un saber científico, contará con él, pero será una saber moral humano de segundo grado que necesariamente habrá de contar con los juicios morales y las conductas morales de los otros (emic), reconociendo el punto de vista distante y obligado del que ha de reflexionar con rigor sin adherirse a ningún doctrinario (etic). Triturar prejuicios, demoler opiniones infundadas, poderosas, fuertes, dominantes, no por ello perversas, será el propósito más firme para construir juicios del entendimiento, que dobleguen los sentimientos, y faciliten la acción más útil posible. Demolerlos por ser fuente de conductas perversas, capaces de habilitar al que se los cree, sin esfuerzo y sin crítica, al uso sin límites de la violencia sobre el que no participa del ideario. Una ética formalista, una ética positivista o una ética materialista moral primogenérica, pueden desembocar en tragedia (5). Debilitar su coherencia, mostrar el error en sus principios es una cuestión de fortaleza ética, de reflexión de segundo grado imprescindible.

Su utilidad ha de mostrarse. Atendiendo directamente a la segunda de las cuestiones planteadas. In media res, presente en marcha, de máxima actualidad. Vinicius denuncia con lágrimas el acoso racista que sufre en diversos campos de fútbol españoles y en las calles de la ciudad de Madrid con muñecos colgados de puentes con la figura del jugador. Con su acto llega a más público. Es portada en todo el mundo deportivo y no deportivo. Es famoso, y su buen hacer como futbolista trasciende lo local, desde sus primeros partidos como niño a sus actuaciones deportivas más destacadas en el terreno más exigente de la élite del fútbol (6). Es un jugador de éxito reconocido por todos.

Hecha la presentación, dirijamos nuestra reflexión moral a lo sucedido. Tres frentes de valoración, disociados que no separados. Seré breve. Por partes, desde el enfoque ético hasta el político. Como ciudadanos de un país que compartimos porque es en el que vivimos, es parte ineludible de nuestro día a día, es una realidad histórica y social, dada pues a posteriori, que nos trasciende y nos engloba.

A:- Valoración ética. La filosofía moral como saber de segundo grado. El racismo es un doctrinario irracional, asocia la naturaleza genética, en una relación causa-efecto binaria (más allá del marco histórico y social en marcha que atraviesa cada una de nuestras acciones), a la inteligencia, a las conductas morales y a la condición física. El ser humano es visto a un nivel antropológico biológico o zoológico. Partiendo de este error el prejuicio vive y cobra fuerza si quien lo defiende lo cree. Dirigido sobre Vinicius lo que hace es debilitar su firmeza, no produce como efecto que sea mejor, no lo mejora como persona, no lo hace mejor jugador, lo que persigue es alterar su conducta, y con ello que su juego sea mejor controlado por sus rivales, sea más previsible y en límite que su conducta alterada sea fuente de acciones sancionadoras por no ajustarse a las normas del juego. La tensión y violencia verbales que sufre no hacen que su persona se enriquezca, simplemente la dañan, y si el vilipendio y las agresiones no van a más es porque se encuentra en una sociedad política con fuerza, de momento, suficiente como para evitarlo. Por tanto, degradar al otro, deshumanizarlo, trasladar su condición de persona del eje social de convivencia entre personas al eje radial del espacio antropológico, verlo como un ser cosa, salvaje («mono»), sin alma, permite reconocer la catadura moral de quien profiere dichos insultos, de quien los ampara, y de la triste realidad que se esconde en esos actos: en los campos de fútbol, entre los más fieles seguidores de los equipos rivales, hay un grado de impunidad en ejercicio que permite que los que nos tendría que ser más que un fenómeno individual pase a ser un fenómeno de grupo.

B.- Valoración moral. Vinicius como jugador del Real Madrid. Sin dejar atrás su persona, su individualidad, sin dejarle de lado, siendo él (pronombre personal), ahora lo trataremos dentro de un grupo, de un equipo. Análisis desde una perspectiva atributiva. Es un jugador de un equipo líder. De máximo prestigio mundial. En buena lid juega diversos torneos, liga española, champions, etc. Se enfrenta a otros rivales, todos quieren lo mismo, ganar, pero este resultado favorable pasa por la derrota del contrario. Es una dialéctica ineludible. Dentro del grupo la solidaridad de sus compañeros se dirige a Vinicius pero a la vez se enfrenta a sus rivales deportivos. Por desgracia muchos clubs españoles toleran acciones que van más allá de lo deportivo, muchas de estas acciones pueden dar sus frutos y no traer consecuencias deportivas, las entidades salen incólumes, son actos individuales, nada que ver con el club. La responsabilidad individual, los actos de energúmenos esclavos de sus pasiones, son ajenas a muchos de esos equipos que disputan cada punto en juego semana tras semana. Por tanto quebrar desde la grada el buen juego del Real Madrid puede dar buenos resultados deportivos para sus rivales. Por ello Vinicius solicita amparo del Real Madrid, del Comité de Árbitros y de la Liga de Fútbol Profesional, no ya como Vinicius sino como jugador que representa unos colores. Luego los insultos racistas se dirigen al colectivo de personas negras, y de ello e indirectamente se pueden aprovechar los competidores porque se dirigen además a un jugador de un equipo difícil de batir deportivamente dada su calidad colectiva contrastada por su sistema de juego y por el número de estrellas con un mismo objetivo coordinador: la victoria en todas las competiciones posibles y de mayor prestigio.

c.- Valoración política. Trasciende lo personal, supera lo estrictamente moral, se torna una cuestión política. El caso Vinicius se ha de incluir en la agenda política española. Los países vecinos y rivales muestran su interés, juegan sus bazas, es una biocenosis política. Se está trabajando en un documental con la compañía de comunicación más poderosa del mundo. De trasfondo el racismo en España y como problema asociado nuestra toma de partido interna y nuestra conducta de autoflagelación. Para corregir dicho dislate hemos de mirar al mundo anglosajón, paradigma de la tolerancia y de la lucha por la igualdad. España no logra acceder a Europa, siempre rezagada, cuando no también frugal. Un mal ejemplo, un contravalor ético, una lucha con mácula por la defensa de los Derechos Humanos. El dedo acusador externo evita la crítica. Si desde el exterior se dirige la lucha contra el racismo y se señala a España, quien capitanee dicha cruzada estará libre de pecado ¿Para qué la historia? ¿O para qué la historia verdadera? Mejor seguir alimentando la leyenda negra española (añado «española» pero para que todos lo entiendan el adjetivo sobra, nadie duda de a qué país nos referimos. Desgraciadamente). Pero para que esta sea la norma victoriosa, ajena a nuestra tradición pero fomentada por los llamados intelectuales del país y asumida desde cualquier programa educativo, dirigido más a la disgregación que  a la integración, es necesario revitalizarla con cierta frecuencia. No faltarán ministros que lo secunden, es decir que apoyen nuestro descrédito internacional, empezando por el de cultura que equipara los virreinatos americanos con el colonialismo belga en África suroccidental. Para ello nada mejor que un programa de olvido, de desmemoria colectiva, o de manipulación. Las razones, los hechos, los buenos argumentos caerán en saco roto. El mestizaje no se verá, la historia no colonizadora y sí de organización en virreinatos: Nueva España, Nueva Granada, Río de la Plata y Perú donde los ciudadanos gozaban de los mimos derechos que los ciudadanos de la península será eclipsado por la ideología dominante. El caso Vinicius ser entenderá como un caso más de la herencia racista española. El descrédito de España como nación política con una democracia homologada (y devaluada) en aumento, los motivos para los proyectos secesionistas en esta vorágine del error colectivo, del delirio, aupados a la inercia del desapego de lo compartido. Evitar la mezcla con lo llamado español una virtud, se consolidarán las lenguas propias como lenguas vernáculas, las lenguas habladas en territorio español que no sean el castellano, que por cierto facilita la Koiné, las lenguas madre así vistas y la dialéctica por su implantación territorial  verán en el castellano a una lengua impropia, degenerada, ausente del bien y de la verdad, impura, corroída. El mundo germano y anglosajón afianzarán su dominio, a la vez que ofreciendo disimuladamente la fragmentación de España convertirán al país desvertebrado en una suerte de tablero cada más dividido, de territorios más insignificantes, de ciudadanos enfrentados menos libres, pero por fin más felices al ser colmado su sentimiento de independencia. El ideal podrá a la realidad política, el caso Vinicius contribuirá aunque mínimamente al logro de dicho proyecto.

Además se comprueba la inoperancia de nuestras leyes. Son victoriosas pero son formales, sin capacidad de obligar. Vinicius se encuentra desprotegido, la lentitud de la justicia no le protege. Nuestras leyes son inoperantes. Las acciones contrarias a la ética, a la generosidad, al fortalecimiento del otro en tanto que persona  no reciben castigo, no hay consecuencias (7). Crece la impunidad, aumenta las conductas colectivas y públicas de desobediencia, luego lo peor de todo es que no hay perspectiva de que el mal generalizado, el racismo hacia la persona de Vinicius y hacia el jugador del Real Madrid sea anulado por otras normas que rectifiquen las anteriores por la sencilla razón derivada del no cumplimiento de las que ya existen y que no se acatan ni se asumen.

El buen hacer de Vinicius contribuye a la estabilidad del Estado, el fútbol es una importante fuente de ingresos y es una actividad deportiva que canaliza pasiones en los estadios, que ahorra por innecesario más gasto en policía y en recursos materiales para mantener el orden en los espacios públicos, nos los recordaba Gustavo Bueno citando a Napoleón «un cura me ahorra cien gendarmes»

Una última consideración, se detecta perfectamente una conducta racista como la de Vinicius, condenable pero se obvia la xenofobia contra lo español en muchos territorios de nuestro país. Y también se obvia por ejemplo, y fuera de nuestras fronteras, que muchos españoles que residen es Estados Unidos son identificados por su raza, y así mejor responder que uno es caucásico que hispano. ¿Si no tiene importancia, nos decía Roca Barea en uno de sus libros contra la leyenda negra, porque no es oportuno decir que eres hispano y no caucásico?

Notas

(1)    «“Todo el mundo” (es decir: todo aquel miembro de nuestra sociedad que ha rebasado la primera infancia y que no es un débil mental o un retrasado mental) sabe muchas cosas sobre moral, de la misma manera a como todo el mundo sabe muchas cosas de medicina, de gramática o de arquitectura». Bueno, Gustavo (1996). El sentido de la vida. Seis lecturas de filosofía moral, pág. 15. Pentalfa. Oviedo.

(2)    FUNIBER, págs. 44-47. TOMO II.

(3)     FUNIBER, op. cit. pág. 62. Krausismo como nematología dominante de la socialdemocracia española, piedra sillar de los movimientos ecologistas más activos y con más peso político.

(4)    FUNIBER, op.cit. pág. 125.

(5)    FUNIBER, op. cit., págs. 53-59.

(6)    FUNIBER, op. cit. pág. 60-61.

(7)    FUNIBER, op. cit., págs. 69-71.

Otra bibliografía

–          Bueno, Gustavo (2014). En sayo de una definición filosófica de la Idea de Deporte. Pentalfa. Oviedo.

–          https://www.teatrocritico.es/2024/p209.htmSupremacismo y racismo en Estados Unidos. Consultado el 26 de marzo de 2024.

–          Roca Barea, María Elvira (2019). Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, estados Unidos y el Imperio español. Siruela. Madrid.

–          Vélez, Iván (2014). Sobre la leyenda negra. Ediciones Encuentro. Madrid.

Para evitar el error de la leyenda negra, para evitar caer en una falsa leyenda rosa.

Comentario 

Sobre la primera cuestión, el núcleo de tu propuesta acerca de la ética, en la línea del materiaslismo filosófico, es que nuestro existir no es otra cosa con un coexistir, somos en tanto que estamos con otros, por cierto son los otros los que hacen que uno sea yo, siendo obvio que antes de ser como persona cada uno de nosotros es, en la línea de lo pronombres personales, tú o él. Somos en una sociedad en macha, histórica, social y como bien dices plural y heterogénea. De esta complejidad derivan las permanentes tensiones, la necesidad de ser prudentes (phrónesis), de ejercer una conducta moral guiada por la sindéresis.

Sobre la segunda cuestión, más que una aclaración es la exposición de un problema. En el fondo de la caverna hay saberes, opiniones: imaginación y creencia. Estos saberes, muchas veces entretejidos por mitos dominantes, sirven para cohesionar, organizar a toda una sociedad frente a otras (pienso en la idea mito del hombre frontera, libre, independiente, dueño de su destino, comprometido con los suyos que John Ford supo llevar al cine en los Estados Unidos del siglo pasado con sus western y que muy bien trata Miguel Ángel Navarro Crego en sus estudios sobre dicha nación) y pese a la ficción creada tienen un impacto, una utilidad única, para forjar una sociedad tan compleja como la estadounidense. Pues bien, y este es el problema de fondo, muchas ideas mitos, muchos de ellas son catalizadoras de creencias, permiten sobrevivir y sirven para que dichos ciudadanos se sientan comprometidos con el destino manifiesto, con un compromiso como pueblo elegido que los lleva a ser la primera potencia tecnológica, económica, cultural y militar del mundo. Luego, ¿Cómo desactivar esta moral dominante? ¿Qué filosofía moral impartir, ejercer y representar de segundo grado capaz de desactivar dichos mitos entretejidos como moral dominante, de arriba abajo, y mayoritaria, de abajo arriba?

 

Biocenosis práctica humana, contra la ética sin fronteras, sin política

Fecha: por: dariomartinez

Texto revisado y supongo que mejorado sobre un asunto ya tratado en este mismo blog.

Asunto de larga trayectoria reflexiva por mi parte, no es nuevo. El fundamentalismo ético no tiene límites. No hay fronteras que delimiten la práctica individual. La política muta y deja de ser, se arriesga a no ser, degradándose se corrompe, y desviándose de sus funciones se torna traicionada. La ética impone el fin de los Estados, o su debilitamiento para mejor subordinar las obligaciones políticas a los deberes éticos (1). La política hoy, devaluada,  es el lugar común para la crítica espontánea, el consenso de partida se inicia a partir de un principio que cohesiona: la política es mala política, es lo que hacen los políticos, y el contenido del vilipendio se agota en los individuos a la vez que se salva como valor supremo la democracia. La política es el enemigo público de la verdadera ética, de los derechos humanos. Con el fundamentalismo ético los proyectos colectivos se desestructuran, los particularismos asoman, y lo individual se nos muestra como único criterio de validez objetivo que permite dirimir entre el buen político y el malo, es el individuo la única sede válida de una buena sindéresis. Es una sindéresis de consumo en un mercado pletórico,  más que personas fraguadas en un marco histórico, social y normativo ya dado que nos moldea, nos codetermina, somos clientes con derechos universales que desde cada uno de nuestros yoes reconocidos prescriben de forma autónoma si son libres, si está en ellos la ley moral universal y humana libre de ataduras biológicas (v.g. del ser, naturales, coactivas) de las conductas morales más justas y ajustadas al deber. Nadie participa de proyecto compartido alguno, todo es tan individual como autónomo, a riesgo, qué duda cabe, de ser gobernados por los peores en aras a la consecución de un proyecto globalizador y si fronteras (2).

Una autoridad política designada para hacerse cargo de las riendas del Estado ha de procurar una vez otorgada su autoridad hacer que lo recibido cambie a mejor. El fin de la política es que en su haber estén los resultados ejecutados a partir de planes y programas de gobierno orientados a solucionar problemas permanentes tomando medidas no estériles, sino eficaces y capaces de debilitar las tensiones de la sociedad civil. Habrá de poner en marcha planes y programas no utópicos. La autoridad bien entendida, legitimada para su función, servirá para hacer del otro, del ciudadano, un individuo mejor (entendido en un contexto distributivo), y a su vez para procurar que el Estado (“veluti una mens”, o entendimiento absoluto en acto, como nos dirá Spinoza) sea más estable, más fuerte, esté mejor cohesionado, estructurado, que garantice la recurrencia de su sistema productivo (capa basal), su abastecimiento, aumente su independencia, y su presencia en la política internacional, es decir merme las posibles amenazas internas o externas (capa cortical). Luego hacer política pasa necesariamente por procurar con la prudencia (phrónesis) debida que el Estado perdure en el tiempo (eutaxia) y sea cada vez más estable. Ese es el finis operantis. Otra cosa es su finis operis. Y esto pasa por saber reconocer que las decisiones políticas no siempre han de ser éticamente virtuosas. El conflicto entre ética, moral y política es ineludible y cuando se produce las posibilidades son: construir  ficciones que amortigüen el mal ético infringido, o bien ocultar los actos que no van a ser bien recibidos por el conjunto de la sociedad civil; procedimiento más recurrido y propio de las democracias homologadas: no hablar para no mentir, o la más novedosa y por habitual más aceptada, la de mentir de modo reiterado impidiendo una criba crítica y racional como ciudadanos. Los cambios de opinión hoy son vistos como una conducta propia del quehacer político y por lo tanto tolerados.

La política más allá del Estado carece de sentido. No hay política en una comunidad de vecinos, se usan procedimientos técnicos propios de las sociedades políticas pero eso no quiere decir que se hagan planes de futuro para mantener en orden una sociedad civil. Tampoco es labor de un equipo de gobierno atender a la paz mundial, a la salvación medioambiental del planeta, bioética anantrópica cuyo objetivo práctico es la Biosfera (3), idea metafísica que presupone una Naturaleza armoniosa que está por encima del hombre, y que incide en su protección como efecto derivado de una aberrante actuación humana que es causa directa del cambio climático (4), de los efectos perversos de los gases de efecto invernadero y del aumento de la temperatura global, idea metafísica aureolada, indiscutible, dogmática, que cuestiona el sentido antrópico de una bioética, biomoral y biopolítica que no permiten entender la necesidad «para los hombres de mantener una estabilidad en dicha biosfera para mantener su propia recurrencia como especie biológica, y también como sociedad, como Estado, como economía, etc.» (5), a hacer que sus vecinos políticos vivan mejor, acaparen más protagonismo y mediante alianzas con terceros pueden presionar con mayor eficacia las fronteras nacionales. Lo prioritario, lo exigido, es el bienestar de sus ciudadanos, se ha de atender al conjunto, no a una parte, no se debe entender la política de partido, de una parte de la sociedad, con su moral de grupo, ideológica, en el seno de una sociedad entendida ahora atributivamente, como la moral de todos, agotando el género en la especie. En fin, el error es tratar a toda una sociedad política como constituida por partes formales en un sentido atributivo y atender las necesidades compartidas como eventos pasajeros que en el límite desembocarán en otra entidad política, otra forma de Estado, con el riesgo que comporta la distaxia ejecutada desde el núcleo del poder. El camino hacia el neofeudalismo étnico (cultural si se quiere, nacional) como esencia y principio generador de futuras naciones, es el triunfo de morales de grupo de privilegiados que para tal objetivo reivindican como derecho lo que no es más que un privilegio: la autodeterminación de una parte del territorio que es de todos, que es parte nuclear del Estado, su capa basal.

Sentadas las bases de lo que hemos de entender por arte de lo posible ya podemos decir que hay situaciones donde ya no solo la estabilidad del Estado sino su misma existencia requieren de acciones que deben sacrificar la vida de muchas personas. Las guerras de ser irreversibles suponen doblegar la ética, sacrificar la vida de muchos ciudadanos, en pos de la política, del interés del conjunto. Nos perdonará Kant pero la deseada paz perpetua, inexorable abrazados a su idealismo trascendental, a su triunfo futuro de la razón humana, más allá de todo conflicto de clases y de estados, parece muy poco probable. Una pandemia vírica forzará a cualquier ejecutivo nacional a activar un estado de alarma que limite derechos fundamentales, podríamos decir éticos, justificado por la necesaria y urgente necesidad de mantener la pervivencia misma del Estado. Será un momento de quietud tensa cuya duración y utilidad deberá permitir que la recurrencia del sistema productivo pueda volver a activarse una vez se pueda doblegar la perniciosa letalidad del agente patógeno. Incluso la realidad política podrá imponerse a la moral dominante vía derecho o fuerza legal para obligar.

El comunismo soviético de Stalin o el nacionalsocialismo de Hitler con el tratado Molotov-Ribbentrop, sacrificaron sus morales en beneficio de sus respectivos planes políticos; uno ganar tiempo para trasladar las instalaciones productivas de su país detrás de los Urales, fortalecer la industria militar y purgar de su ejército a todo posible alto mando que desafiara sus planes futuros de defensa del Estado soviético, el otro para no verse acosado en dos frentes mientras ocupaba Europa occidental, aumentaba su hegemonía y hacia añicos el Tratado de Versalles. Y nos decía Maquiavelo: «Y hay que tener bien en cuenta que el príncipe, y máxime uno nuevo, no puede observar todo lo que hace que los hombres sean tenidos por buenos, ya que a menudo se ve forzado para conservar el estado a obrar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión» (6).

Pero no todo es tensión entre la ética y la política, la justicia social (legitimidad) y la justicia política (legalidad), el orden bueno y el buen orden. El buen gobierno del Estado deberá procurar no sólo su firmeza a modo de estabilidad y seguridad, sino también lo mejor y más útil para sus ciudadanos, su libertad «El fin del Estado no es otro que el de la paz y la seguridad de la vida. Por consiguiente, el mejor gobierno es aquel con el que los hombres pasan la vida en armonía y las leyes son cumplidas sin violaciones» (7). Luchará por poner en marcha planes sanitarios que eviten la enfermedad, programará y legislará para paliar en la medida de lo posible la quiebra de la salud de sus ciudadanos, intentará disuadirlos del consumo adictivo, patológico, de bebidas alcohólicas, tabaco o drogas. No promocionará la promiscuidad, y si fuese una actuación racional y no inmoral, iría actuando en la paulatina desaparición de todo tipo de juegos de azar, forma irracional de dar falsamente esperanza condenando a la inmensa mayoría a la imposibilidad de conocer y controlar, aunque sea mínimamente, a la diosa fortuna; todo ello perpetuando la desgracia a la vez que se reconoce la esperanza colmada del que se transforma por arte de birlibirloque en agraciado, o lo que es lo mimos: materialización del protestantismo calvinista. Y también habrá cooperación cuando un buen gobierno dirija todos su mejores esfuerzos a planes educativos que no permitan: la promoción ideológica de grupos terroristas, de grupos organizados y estimulados por minorías con fuerza suficiente para desafiar al estado mediante actos de sedición, es decir de ruptura de su misma existencia, el quebranto sistemático e impune de sus leyes (aunque sean entendidas formalmente, inoperantes, sin capacidad de coacción o de poder reconducir conductas contra la voluntad de quien no las cumpla), de traidores que jurando o prometiendo cumplir y hacer cumplir las leyes a su modo (también cobrar) promuevan actos de alta traición, y finalmente no amparando la corrupción como valor político, un Estado que en el terreno de la educación deberá promover el conocimiento (8), la posibilidad de poder entender la realidad, de construir juicios críticos que permitan enfrentarse  a la realidad, ser compatibles con ella, y no programas dirigidos a los sentimientos, a lo individual, personal, faltos de puntos de encuentro, de entendimiento, como atributo sagrado y fuente de toda buena conducta moral, una educación de diseño pedagógico que pretende obtener como fruto de su vanguardia científica futuros Robinson Crusoe sin percatarse de su perverso circularismo injustificable: “«[p]one el fundamento de la moral en el sujeto y sus sentimientos, y que a su vez hace a ese sujeto y a sus sentimientos morales por el hecho de tenerlos» (9)

Habrá males éticos, contrarios a la estabilidad del Estado y su compromiso ético, cuando desde la sociedad civil se creen hábitos e instrumentos dirigidos al fraude, a la evasión de impuestos (siempre y cuando la tributación exigida no se transforme en confiscación, es decir no sea tan asfixiante como ilimitada), o en el ámbito de la vida dirigidas al aborto ilegal o al abrazado a un sentimiento con la fuerza suficiente como para convertirse en deseo que de ser firme obliga a terceros, profesionales de la medicina, a darle la espalda a su labor ética y transformar la vida sana del no nacido en muerte por desconocimiento de los mecanismos anticonceptivos necesarios para evitarlo (10), mecanismos que pasan por tener clara la diferencia entre las prácticas sexuales con fines reproductivos y las prácticas sexuales con fines placenteros, o a programas eugenésicos apoyados por las ciencias, las tecnologías y por doctrinarios ideológicos donde se cuestione la dignidad de la vida humana.

En fin, no todo mal es ético, no todo mal es político, y no todo bien es ético y no todo bien es político. No somos bestias, pero debemos evitar creernos dioses, nos decía ya Aristóteles en su Política.

Notas

  • Bueno, Gustavo (2004). La vuelta a la caverna. Terrorismo, Guerra y Globalización, págs. 298-299. Ediciones B. Barcelona.
  • «Decía Platón que el precio de desacreditar la política es ser gobernados por los peores hombres. Pues bien, el precio de desatender la geopolítica, sobre todo por parte de los políticos españoles, bien instalados en el limbo de la Alianza de Civilizaciones, o directamente en Babia, es ser gobernados por los peores hombres: los globalistas, que en el Régimen del 78 han copado la política española y así nos va» López Rodríguez, Daniel (2022). Historia del Globalismo. Una filosofía de la historia del nuevo orden mundial, pág. 440. Sekotia. Córdoba.
  • FUNIBER, Ética, moral y política, pág. 105. TOMO II.
  • Madrid Casado, Carlos M. https://nodulo.org/ec/2010/n098p15.htm. Filosofía, Economía y Cambio Climático: un ménage á trois muy productivo, El Catoblepas, número 95, abril 2010, pág.15.

 

  • FUNIBER, cit. 106.
  • Maquiavelo, Nicolás (1995). El príncipe, pág. 140. Cátedra. Madrid.
  • Espinosa, Baruch de (1984). Ética demostrada según el orden geométrico, pág. 55 Orbis, Madrid.
  • FUNIBER, cit., 90-93.
  • FUNIBER, cit. 12.
  • FUNIBER, cit., págs. 126-130.

 

Otra bibliografía y webgrafía

  • Alvargonzález, David (2004). https://www.youtube.com/watch?v=m3Skm_ilyk4. Ética, moral y política. Consultado el 20 de marzo de 2024.
  • Bueno, Gustavo (1996). El sentido de la vida. Pentalfa. Oviedo.
  • Kant, Inmanuel (2008). Sobre la paz perpetua. Tecnos. Madrid.