Reflexión abierta sobre el transhumanismo, ¿constitutivo o consuntivo?

Fecha: 12 febrero, 2022 por: dariomartinez

 

Breve no por su contenido, sino por su dificultad. Tema seleccionado para la reflexión de los estudiantes de filosofía en la Olimpiada de este año. Recojo la propuesta y la trataré de desarrollar, más que lo que se dirá aquí está lo que no se dirá, las respuestas que quedarán abiertas. Es un primer peldaño hacia una difícil verdad por ser éste un tema de tantas aristas que resulta imposible lo que no es otra cosa que un campo que trasciende lo categorial. Es decir, introduciremos un camino de inicio que permita construir un artículo con un mínimo de rigor, de verdad, y cuya finalidad no sea otra que la de abrir posibilidades para otros puntos de vista, o si se quiere otras interpretaciones, o simplemente para fijar unos límites en el hacer racional y operativo humano.

Vayamos por partes, diseccionemos el tema del que vamos hablar. Más que una reflexión es un inventario casi espontáneo sobre el transhumanismo.

1.- ¿De qué hablamos? Es un caso propio de la bioética, de las nuevas prácticas médicas, tecnológicas, es un claro ejemplo de biomedicina o biotecnología, esto es: trabaja con las ciencias y las tecnologías, es un operar estrictamente humano, y tiene como fin la gestión, si se quiere el control, de la vida humana desde el nacimiento, bien sea para eliminarla, caso de los abortos o «interrupciones voluntarias» del embarazo (¿cómo interrumpir lo que ya no va a tener ni puede tener continuidad por eliminación de una vida individual en gestación?) o promocionarla (evitando posibles enfermedades), hasta la muerte. Así la vida humana se puede prolongar, tecnologías como las médicas asociadas a los trasplantes de órganos o la clonación tisular (de tejidos), igualmente la vida humana se puede eliminar: eutanasia, o en algunos países la pena de muerte ejecutada de modo rápido e indoloro: silla eléctrica o inyección letal.

2.- ¿Qué posibilidades nuevas se abren camino? Sólo enumerarlas: mejora humana, cyborgs, modificación corporal,  ingeniería genética y transhumanismo. Es un salto cualitativo enorme. El espacio antropológico humano es tridimensional, nos relacionamos con seres inertes e impersonales, podemos entenderlos como constitutivos de la naturaleza, con otros seres humanos, entre iguales, más allá de nuestras tradiciones o sistemas políticos e ideológicos particulares y de los que ineludiblemente hemos de partir, y con los númenes, seres dotados de inteligencia, no humanos, que amamos y a la vez tememos (núcleo y origen de la verdadera religión). Es una configuración dinámica, plural, imperfecta, y sometida a permanentes tensiones. El hombre es fruto de una naturaleza con historia disociable pero no separable.

Ahora bien, la dimensión de la que hablamos va más allá, es hablar de nuevos hombres, no sólo en un sentido atributivo, es decir como un todo configurado por partes conectadas por nexos necesarios, es decir por órganos nuevos, por un sistema inmune modificado, con un nuevo código genético, etc, sino que como seres entendidos como una totalidad distributiva (una parte del género humano que se relacionó con otras) es una realidad dinámica, en proceso, que formará una especie nueva dentro del género humano.

Se altera el individuo modificando la relación de éste con la naturaleza y con lo trascendental. ¿A nivel ético, el nuevo hombre mejor dotado genéticamente podrá alcanzar la genialidad de un Vivaldi o un Cervantes? ¿A  nivel moral se inaugurará una sociedad fundamentada en el desequilibrio de hecho y de derecho que provocará más tensiones o ganaremos todos los humanos, suponiendo que sepamos de qué hablamos cuando hablamos de humanidad, en estabilidad y bienestar? ¿El transhumanismo no será un proceso egoísta, de unos pocos, que en mejores condiciones, suponiendo que tengan más posibilidades, eludan más enfermedades, siendo así más plausible que sus vidas sean más dilatadas y provocando en terceras personas  más miseria y degradación, incluido el agotamiento más rápido de los recursos necesarios para mantener un proceso de vida más dilatado? ¿ahora, dado este posible futuro, se entenderán como sujeto con derecho diferentes y protagonizados por subhumanos, o para no violar la inercia histórica de derecho ya consolidados, de humanos no transhumanos?

Por otra parte, alterará el orden político, la dialéctica de estados por el dominio del mundo, ¿para bien o para mal? ¿Cómo fijar un marco jurídico que limite, que triture las pretensiones de los que tienen el poder de tomar el control sobre lo que va más allá de lo humano? ¿Cómo diseñar ésta nueva justicia?

¿Qué queda entonces del canon humano de Policleto? ¿La medicina está a favor de esta nueva experiencia de manipulación? ¿Dejamos atrás sin saber las consecuencias que le provocaremos al hombre canónico o ahora ya antiguo? ¿Hablamos del nuevo hombre de Nietzsche, cargado de voluntad de poder, aristócrata y despiadado frente a la mediocridad? ¿O nos estamos refiriendo al más simple, irracional, inventado, puro espejismo, trashumanismo parido desde las filas teóricas queer que para elevar sus ideales, su relato posmoderno que demoniza la verdad por opresora, por ser arma alienadora y acicate de la desigualdad, patriarcal y excluyente, niega la realidad del sexo, incluso del género, como meros constructos humanos, convenciones de poder arbitrarias, construyendo un modelo de ser humano propio de Urano (Preciado), fluido y tan cierto que no necesita de realidad que pueda refutarlo, ni de discurso que no sea visto como un disparate caduco, conservador y retrógrado que en el fondo tan sólo pretende argumentar mostrando su compromiso con categorías ontológicas ineludibles? ¿Se relativiza así todo saber menos el propio?

Poco parece que hemos avanzado, más bien nos dirigimos a un respeto mal entendido, donde los argumentos apoyados en criterios lógicos, en la razón, en los saberes evidentes de las ciencias quedan amputados, y al ser demolidos por esta sociedad infantil y líquida convertida en puro relativismo sólo queda espacio para la indiferencia, o de otro modo: para una ética sin sujeto, de narcisismo atomizado sin principios claros como la vida, el mantenimiento del cuerpo como depósito ineludible del operar con sentido personal, y la generosidad como práctica de vida responsable y enriquecedora de los otros como necesidad para mi mismo yo. En el cuadrilátero de la iluminación interna, introspectiva, natural (esta vez no convencional) la verdad se torna inexpugnable.

Ahora con la realidad, predicada, construida humanamente mediante un proceder gnoseológico que nos desborda y neutraliza en los resultados (leyes impersonales, axiomas, teoremas), arribamos a una «hiperrealidad ontológica» en forma de hitos categoriales que de borrarlos por ideológicos nos abocarán ineludiblemente a un nihilismo bárbaro donde toda comunicación quedará truncada. Sin verdades ontológicas, sin mundo con significado, todo se reduce a relato, a lenguaje y en el límite a significantes hablados o grafos. Buenos tiempos para la posmodernidad y para el fin de la filosofía académica y con sentido crítico cuyo hacer no es otro que el deshacer mentiras cancelando las creencias y las meras opiniones. Proceso que pasa por el conocimiento plural e inconmensurable (no monista) de verdades.

La pregunta que surge esotra, ¿cuál es la cuasa de este hecho real desquiciante y colectivo?¿Cuál es fin perseguido por quienes lo ponen en marcha? ¿Cómo anticiparnos prudentemente a las posibilidades que se están abriendo? ¿Será un final constitutivo, de mejora, o consuntivo, de fin del hombre y de la mujer? ¿Nos hará más libres, mejores como personas en una sociedad de personas, o peores frente a otros al aumentar la capacidad de domino de unos sobre otros? ¿Se acabará con la incertidumbre o se crearan seres capaces de anticipar lo que no es y está por venir? ¿Tendremos la ciencia de visión del dios omnipotente del cristianismo y conocedor del futuro?

Por último, ¿una vez modificada la esencia humana, en la actualidad se están produciendo quimeras genéticamente manipuladas cuyo resultado aún incipiente no es otro que el de embriones exitosos de naturaleza animal y humana, la nueva identidad consumada seguirá siendo humana? ¿Contará con los mismos derechos? ¿Se modificarán para encajar en la nueva realidad, ontológica, los derechos humanos? ¿Qué podamos atisbar tímidamente el finis operantis, el propósito de sus autores, la causa eficiente en términos de Aristóteles, nos permitirá anticipar el finis operis? Ignoramus et ignorabimus.

 

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