¡Nuevo estatuto para Cataluña!

Fecha: 7 septiembre, 2018 por: dariomartinez

Es un futurible, sinceramente ignoro lo que nos deparará el devenir político. Tratemos la siguiente posibilidad. En un arrebato de sincera falsa conciencia y haciendo lo que no se quiere ni pretende, suponemos que bajo el disfraz de un diálogo entre bambalinas y de espaldas a los ciudadanos españoles, el presidente Torra acepta celebrar un referéndum pactado sobre un estatuto que les dé más autogobierno dentro de la actual y debilitada España. Si este es el caso creo poder adivinar (insisto no sé el futuro, titubeo en el presente y creo conocer algo del pasado) que entre su articulado se hallaría una mención explícita a la condición de nación política de Cataluña, no en el preámbulo como en el anterior estatuto y que el Tribunal Constitucional tumbó. ¿Qué significa esto? Sin titubeos: que Cataluña sería soberana, así el plan pergeñado de forma más prudente por los líderes de ERC estaría en una vía legal directa a la independencia vía referéndum vinculante, la justicia española nada podría enmendar y menos legalmente condenar, la comunidad internacional, de triunfar la independencia determinada por los ahora soberanos ciudadanos catalanes, se apresuraría a abrir sus embajadas en la nueva capital de la República independiente, España como estado-nación simplemente no sería y lo que es peor, los ciudadanos nativos y residentes simplemente serían más pobres en el ya triturado territorio español, territorio que sería sin más una simple periferia europea desindustrializada, generosa en el sector servicios y de gran atractivo turístico, en definitiva: a más Europa menos España ¡Qué fatal error de diagnóstico de Ortega y Gasset que veía que nuestro problema era España y nuestra salvación Europa!

¿Por qué toda esta perorata? Porque en manos de la presidencia del Gobierno está un señor que a pregunta de su compañero Patxi López sobre qué significa para él nación simplemente fue capaz a balbucear una infantil y pobre respuesta: «un sentimiento que tienen muchísimos ciudadanos, por ejemplo en Cataluña o el País Vasco, por razones históricas, lingüísticas o culturales». ¡Vamos apañados! No diferencia entre nación étnica, a la que sin saberlo alude, de la nación política, soberana y que es más fuerte si su poder reside en el conjunto de sus ciudadanos unidos en la dialéctica de la historia de lucha por el bienestar y la supervivencia frente a otras naciones políticas. Desunirnos nos debilita, nos empobrece, nos conduce a un neofeudalismo tribal sólo habilitado para repartir la miseria. Se condenan las izquierdas que se suban a lomos del conservador y necio tigre nacionalista. Se condenan las derechas si creen que nuestro Estado no es más que una mercancía: «marca España», y se condenan por cursis y por desatender las demandas más urgentes de sus silenciados ciudadanos, no sólo vale el tanto tengo tanto soy.

Por último, una pregunta para la reflexión, bajo estos augurios: ¿es factible que el actual gobierno, y más si en futuras elecciones apuntala su poder, comience a cambiar a los miembros del Tribunal Constitucional para así allanarles el terreno a los nacionalistas periféricos e independentistas? Veremos.